miércoles, 11 de enero de 2012

Don Hernán Macías: Uno De Los Tantos Tinterillos Que Habitan Nuestra Ciudad

Por: Paulina Monsalve

Medellín es una ciudad viva y vibrante. En cada sitio, en cada rincón, hay un sueño por cumplir, un niño por nacer, un amor por conquistar y en cada esquina, en cada calle, los árboles, el río, las quebradas, la tierra, las inmensas montañas; nos habla constantemente el lenguaje de la vida. Es aquí, en esta bella tierra donde se encuentran los más antiguos y emprendedores trabajadores, que desde muy jóvenes van a dar lo mejor de sí, en un lugar que aunque para muchos es incomodo y hasta inhóspito, ellos, desde las 8:30 de la mañana hasta las 5 de la tarde, hacen la más linda labor social, brindándoles a todos los habitantes de la ciudad un servicio inigualable, allí, en un pequeño espacio de esta calle tan transitada del centro de Medellín, se encuentra Hernán de Jesús Macías, un amable señor que a sus 64 años, aun conserva esa sonrisa encantadora que aun cautiva, como si fuera una de las tantas y tantas cartas de amor que escribió algunos años atrás.

Él, un contador graduado dejó a un lado su traje, su corbata y la comodidad de una oficina para quedarse allí, en ese pequeño espació, detrás del museo de Antioquia, donde puede hacer lo que le gusta, tener ese contacto con la gente, ser amable, sonreír; brindar todos sus conocimientos, su experiencia, paciencia y todo su cariño a aquellos clientes que van por un simple documento y se llevan una experiencia enriquecedora y linda que queda plasmada para siempre en su vida.

Él parece más un periodista que muchos otros, pregunta, responde, interactúa, sonríe, le encanta colaborarle a la gente, ama las cámaras y hasta le encanta posar, ha tenido la oportunidad de mostrar su labor a la sociedad por medio de varios medios de locales y regionales; ha logrado el reconocimiento de su arduo trabajo, sus servicios han sido llevados a los hogares paisas gracias a estos medios de comunicación como lo son, Telemedellín y TeleAntioquia, medios, a los que le tiene mucho cariño y mucha admiración.

Don Hernán no cambiaría por nada del mundo su lugar de trabajo, con él, levantó a su familia y aunque no puede contar las miles de cartas que desde hace 18 años ha escrito y no podría decir la infinidad de documentos que ha redactado y diligenciado. Él se siente Feliz, afirma que nació para ser eso, un ¡Tinterillo!

martes, 10 de enero de 2012

Recorriendo La Avenida Del Río

Por: Paulina Monsalve

Tras llevar varios días sin verme con mí pareja debido a su horario laboral, decidimos vernos, ya que al fin, nuestros horarios coincidían; luego del saludo ameno y tal cual no lo merecíamos, él, me pidió que lo acompañara a hacer unas diligencias. Cuando estábamos en el camino se le ocurrió la idea de ir a ver alumbrados, a mi no me pareció una mala idea, entonces, el terminó su diligencia y nos fuimos para la avenida del rio a disfrutar de los tradicionales alumbrados navideños de la ciudad de Medellín; que por cierto, se escucha que este año no están tan maravillosos como lo acostumbra nuestra ciudad. La temática de este año, es rendir un homenaje a las 16 comunas de Medellín y los 5 Corregimientos.

Si, es cierto, muchas personas hablan mal de los alumbrados, pero también, muchas otras decían que estaban lindos y muy llamativos; esperaban ansiosamente poder ir a visitarlos. Pasando el puente de donde parqueamos la moto, veíamos el río de personas a lo largo de la avenida, “chuzos de negra”, mazorcas, sombreros, gorros navideños y demás decoraciones decembrinas, le hacían compañía a los alumbrados del río.

Pasamos por la primera comuna a nuestro paso representada con el barrio santa cruz. No se veía algo más allá de un collage de colores y luces, detrás de mí, uno de los visitantes dijo en un tono bajo y aburrido “no, en definitiva este año la cagaron, que cosas tan feas” y algo muy en el fondo, apoyaba lo que este señor tan defraudado pensaba; al fondo, el río Medellín, se veía asunte y desterrado de esta fiesta navideña; a su alrededor, unas lámparas iluminan la orilla con un tono rosado y más allá, justo encima del río con una distancia grande uno con el otro, “se encontraban los mejores alumbrados, a pesar de ser tan pocos; realmente salvaron la tradición navideña” así lo afirmaron la señora Martha Ospina y el señor Carlos Cifuentes, visitantes de los alumbrados del río.

Más allá, en el trayecto y luego de ver varias comunas me encontré la comuna 6 , con el barrio doce de octubre, para mi sorpresa y para la de muchos más, se veía el cerro tutelar el picacho y en la cima estaba el Cristo, una buena representación de esta zona, Manrique era otro collage, pero tenía algo muy particular; en la parte de abajo se encontraban dos muñecos, en posición de baile de tango, la calle del tango. San Javier tenía el metro cable y alrededor de la montaña estaban las famosas casitas de colores que adornan este paisaje de la comuna 13.

En medio de canticos navideños, los mismo que nos acompañaron durante todo el camino por la avenida del río, muy en el fondo, mis oídos escucharon unas castañuelas, apreté fuertemente la mano de mi pareja y deje que el sonido de las mismas nos guiaran, seguimos el camino, mi corazón latía cada vez mas fuerte… Ese sonido fabuloso de las castañuelas me dirigían como cuando en los dibujos animados el personaje levita pro el olor a comida proveniente de la cocina; así; tal cual, yo sentía que mi cuerpo levitaba.

Al fin sentí llegar cuando las castañuelas estaban acompañadas por un cantico que en mi, produce una fascinante sensación de tranquilidad “Hare-Krishna Hare-Krihsna Krishna-Krishna Hare-Hare Hare-Rama Hare-Rama Rama-Rama Hare-Hare”.

Si, es el mismo grupo de Hare Krihsna al que he visitado un par de veces para mi reportaje del semestre, ahí están todos en un pequeño círculo, justo al lado de los alumbrados del corregimiento Palmitas. El círculo lo hacen los hombres; danzan, cantan y saltan cada vez más emotivos. Detrás de ellos, están las mujeres con sus hermosos trajes; yo me quedo ahí, los escucho cantar y los acompaño en vos baja; disfruto del momento. En fin, fueron los que me alegraron la noche, unos minutos antes de escuchar las castañuelas ya estaba con ganas de irme. Ellos siguieron cantando pero un rato después se retiraron de este lugar y pues yo ya no quería estar más allí, bajamos un poco más, pero a simple vista alcancé a observar que los alumbrados seguirían siendo iguales, entonces convencí a mi novio para irnos, cuando estábamos subiendo nuevamente, comimos los famosos “chuzos de negra” y partimos hacia mi casa.

A pesar de las circunstancias y que al inicio, este recorrido no pintaba bien, fue un rato agradable, caminé por mi ciudad, disfrute de la compañía y sobretodo de los encuentros.